
Nada me gusta más que tenerles algo rico a los niños, sobre todo si tienen amigos para jugar o estudiar. Este quequito fue hecho especialmente para una de esas ocasiones. Lo hice cítrico con amapolas porque era un antojo mío. Quedó tan rico, que les tuve que sacar un buen trozo para dejarlo en mi caja fuerte y poder comérmelo después.
Es un queque esponjoso y de un sabor delicioso. Usé un poco de harina de avena, que hace que el queque quede suave y bien “migoso”. El glaseado es opcional, pero a mí me encanta el sabor que le da y lo lindo que queda.
